checking!

viernes, 3 de septiembre de 2010

Tránsito nocturno


Por qué me he vuelto un ermitaño, no podría decirlo con exactitud. Solo sé que ya no gusto salir de casa, excepto a las 11:30, cuando acostumbro dar una caminata por mi vecindario. Por supuesto, no puedo hacerlo si no es con dos cigarrillos de guarnición. Dos cigarrillos Lucky, los únicos.

Esta vez no me abastecí de cigarrillos y salí a buscarlos. Ninguna tienda estaba abierta. Mientras buscaba una, pensaba en mi día: lectura de Ionesco, música de Morricone, escribir artículos, más artículos, formación de la idea para un nuevo cuento. Día excelente, pero gris, como todos, y sin lluvia, sin lluvia. Toda la tarde trabajando en cosas que la mayoría de gente no podría llamar trabajo. Pero eso no importa. No habían tiendas abiertas y me empezaba a desesperar. Camino de 11:30 a 12:00 religiosamente, no me paso de la hora nunca. Doy vueltas, relajo la mente, salgo cuando nadie me ve ni yo puedo ver a nadie. Un ermitaño, sí, un ermitaño.

Por necesidad, salí del vecindario y fui al fronterizo. Una tienda abierta. Me apuré en acercarme. Pregunto, tiene cigarros, sí, pero no Lucky. Bad Lucky guy, pienso. Camino un poco más y otra tienda abierta, una licorería, pero tampoco hay cigarros. Todo se tornaba absurdo y los minutos corrían. Era posible ponerse así por un cigarro? Por qué no probar y caminar sin cigarros esta vez? Costumbre? Tal vez, pero como sea, no podía dejar de buscar. Me había obsesionado en algo que no podía abandonar.

Tercera tienda, sí, tiene Lucky. La tendera atiende a un joven que la llama Meche y le pide leche. Me parece estúpido reírme de esta rima, pero me río. Faltan 10 minutos para regresar a casa. Ya no hay tiempo para caminar y relajarme, solo para regresar. Pienso que en realidad Ionesco tiene razón al abordar el tema del absurdo. Se acaba el cigarrillo y me convenzo cada vez más que me gusta la soledad. No hay lluvia, maldita sea. Silencio, calle solitaria. Se acaba el cigarrillo, lo piso, no lo levanto. Recordé que alguna vez le enseñé a una niña a apagar el cigarrillo y recogerlo para depositarlo en un tacho. Nada es constante ni cierto, ni siquiera este relato. Ionesco. Ionesco...

1 comentario: