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lunes, 18 de octubre de 2010

Justo en este día...



Tal vez para alegría de uno de mis lectores, quien estoy seguro dejará de leer mis post después de este, hoy, 18 de octubre, ha dejado de ser una fecha importante dentro de mi calendario emocional. Por esos azares del destino, que uno no sabe a ciencia cierta si son los correctos o no, ha culminado lo que parecía sometido a la infinidad del tiempo: mi relación.

Sí, hoy cumplíamos un año. No podíamos celebrarlo básicamente por mi tiempo, pues sé que hoy el de ella sufrió una alteración favorable a su libre albedrío. Nos vimos a mediodía y de inmediato, al verla aproximarse, comprendí que la atmósfera ya no nos era favorable. En realidad lo había comprendido desde ayer en la noche, y más aún, desde el sábado, cuando me di cuenta que mis contestaciones telefónicas distaban mucho de ser lo que ella esperaba. Los besos de saludo habían quedado de más. Ya no hablábamos. No lo habíamos hecho tampoco ayer, no intentamos ya volcar nuestra predisposición a mejorar nuestras relaciones. Por lo visto, entrábamos en el magro proceso de agonía.

Hoy fue la muerte. Nos vimos y creo que hubiera sido mejor no haberlo hecho. Creo que habernos olvidado de saludarnos hubiera tenido resultados menos explosivos. Porque ella no me saludó por el año y yo la saludé a fuerza, aunque a eso había ido, pero no podía mostrar ya mis sentimientos, ni quería. Y quedó ahí, tras tres preguntas respondidas con una sola frase: «como quieras» ¿Se puede continuar junto a alguien que ante cuestionamientos sobre el futuro de la relación ya solo responde como quieras? ¿Se puede continuar junto a alguien como yo que solo piensa en las cosas que quiere hacer y ya no se da tiempo para la relación? ¿Es posible seguir adelante si no se borran los recuerdos y se mantiene la intriga? ¿Es posible que en mí, dado el contexto que ella y yo vivimos, afloren algunas sospechas? Vaya uno a saber.

Sí, la voy a extrañar. Al verla coger sus cosas supe que no la volvería a ver. Al devolverle su foto, al ella no cogerla y al ambos dejar el retrato en el suelo de aquella maldita avenida supe que nuestros caminos se estaban bifurcando. Luego ella subió conmigo al vehículo, vino a mi casa y cogió sus cosas. Y se fue. Y ahí quedo. Y creo, aunque me duela, que ahí debe quedar.

Como digo, la voy a extrañar. Si estás leyendo esto, quiero que sepas que te deseo todo lo mejor y que de veras espero que logres las cosas que te has propuesto. Yo también haré mi parte. Si nuestros sueños no lograron concretarse trabajando juntos, si los problemas y los tiempos fueron más fuertes que nosotros, si ni tu familia ni la mía estaban de acuerdo, si ni tus amigos ni los míos veían bien esto, pues ya no importa. Solo quiero que seamos grandes y que ambos lleguemos a escuchar el uno del otro y que nos sintamos orgullosos y felices cuando pase, dado que ello significó que en algún momento nos topamos para intentar crear algo grande y hermoso. Por lo demás, extrañaré tu risa, tu voz, algunas locuras, tu forma de hacerme el amor, las noches en mi caverna y todos los riesgos que tomamos para estar juntos. En general, te voy a extrañar a ti. Sé muy feliz, y por el amor de Dios, olvida este día, justo este día, en el que todo inició y en el que todo también acaba.

Adiós.  

lunes, 27 de septiembre de 2010

De mi Dad Dale Rosen

HAVE REAL CONVERSATION IN ENGLISH WITH A NORTH AMERICAN

·         30 Years in the high level business
·         15 years on the theatrical stage
·         University educated
·         12 years teaching and coaching acting and sports
·         Living full-time in Peru
·         Married to a Peruana

Let’s talk about whatever you want to.
·         Current events
·         Social issues
·         Business & work
·         Art
·         Theatre
·         Cultures
·         History of the USA, Peru or the world
·         Sports
·         Other topics too


·         Individual classes or group (maximum 3 students) in my house in Surco
·         s/30 for 1 hour or s/40 for 1 ½ hours or group fee negotiated
·         Reading materials provided

Call or email:   Dale Rosen
9938-82059

viernes, 17 de septiembre de 2010

El reto



Tal vez me equivoque, pero empiezo a creer que de cierta forma el destino del escritor parece ser el de un paria en su propio entorno. Me refiero a esa clase de paria que es apreciado por sus ambiciones pero criticado por su decisión, una especie de incomprendido que tiene que lidiar con la crítica de quienes lo forjaron con la idea de que algún día sea grande. En países como el mío, donde la cultura roza apenas con el congestionamiento vial y los festivales chichas, el escritor se encuentra entre el dilema de ser lo que no puede ni quiere dejar de ser o someterse al mundo que le tocó vivir y empezar a llevar la vida normal que todos aspiraron para él, pues eso es lo que dicta el devenir económico y social (la hija de puta idea de éxito) de la expectativa general. Quienes te aman aspiran lo mejor para ti sin a veces darse cuenta que lo mejor para ti está lejos de ser lo que ellos tienen en mente. Me doy cuenta que en la mayoría de casos ser escritor es revelarte a quienes amas y te aman para ser tu mismo, ingresando así a un proceso de soledad paulatina en el que terminas convirtiéndote en lo que quisiste ser, y también, por supuesto, en un paria.

¿Vale la pena sacrificarlo todo por contar historias que al fin y al cabo, como decía García Márquez, parecen no servir para nada? ¿Vale la pena tragar bilis y consolar a tu entorno con la idea de que algún día serás grande con lo que quieres y no solo con lo que debes? Creo, no, estoy seguro, que no. Sin embargo, los escritores a veces somos seres estúpidos que nos entercamos con una simple idea, la matriz de nuestra alma, el alimento predilecto que nos hace estar vivos más allá de cualquier complacencia orgánica: escribir. Trasladar las ideas a un papel, sentir que toma forma lo que bulle en nuestro fondo, ver cómo se desliza lo inmaterial y se convierte en un mundo más allá del mismo mundo nos hace soñar con la posibilidad de una existencia mejor no solo para nosotros, sino para todos los que nos leen y están a nuestros lado, pues si eso nos hace felices buscamos que ello también genere felicidad. En síntesis, escribir es la única forma de sentirnos vivos, o mejor dicho, es la única forma de vivir.

Para todas las personas que quieren lo mejor para mí y no saben si mi camino es el correcto; para todos aquellos que me comprenden o no, que a su manera esperan y luchan por mi bienestar yo les digo ahora: la felicidad es en mucho un acto de justicia generado por la persistencia del ánimo, un ejercicio de la voluntad que no pasa inadvertido por Dios. Ratifico la probidad de cierta balanza ontológica al decir que todo cae por su peso, y cierro este post diciendo que la paciencia consuma sacrificios y nos lleva a donde debemos llegar, y es entonces cuando la diligencia nos deja en la frontera entre el sueño y la realidad, el ideal y la proyección, desde donde yo, él, cualquiera que lucha por algo (y aquí destaco a mis colegas escritores en ciernes) dice, a voz en cuello: Dios, gracias por ponerme en este sitio. Ahora, el resto corre por mi cuenta. 

domingo, 5 de septiembre de 2010

Situaciones




Me doy cuenta con tristeza que últimamente no me estoy comportando a la altura de lo que se espera haga una pareja. Siento que una parte de mí ha quedado olvidada en algún lado del tiempo y no me explico por qué me resulta tan difícil recuperarla, sobretodo si mis sentimientos siguen intactos y mis deseos con cada vez más ardorosos. Pero sí, me doy cuenta que estoy siendo otro, muy distinto al que sacaba tiempo de donde fuera para esperar un momento con ella y poder darle un beso, o un detalle.

Tengo una hipótesis que no sé si ayuda mucho, pero al menos me consuela: la situación. Por decirlo de una manera simple, no es muy buena. Ni para ella ni para mí. Nos está siendo difícil salir de una corriente que se empeña en arrastrarnos, y aunque luchamos contra ella a veces simplemente preferimos dejarnos llevar,  tal vez cansados o meditabundos, tal vez en afán de retroceso para remontar con más impulso. En mi caso, la presión me está asfixiando y siento que a veces tengo más cabida para las preocupaciones que para los sentimientos, lo que genera un desorden de comportamiento que a ella la afecta. A veces me comporto como un imbécil: creo que debo de empezar a tomar las cosas de la mejor manera.

A eso se suma que estoy en la etapa de corrección de mi primera novela y mi labor está abocada a la búsqueda de la perfección estética de estilo, fondo y forma, ocupación que acapara gran parte de mi tiempo y voluntad. Por momentos me detengo y corro a echarme con ella en la cama y acariciarla y sentir su calor a mi lado, pero luego mi mente vuelve a la ficción, a maquinar cómo puedo hacer mejor lo que mejor sé hacer en la vida. Ella sabe cómo soy y me comprende, lo que no quiere decir que la situación la haga muy feliz. Desde aquí le pido perdón. Quiero ser un gran hombre para ella, que es mi gran mujer. Solo pido un poco de paciencia, nada más. Paciencia y amor.

Y lo último es algo que pasó hace mucho y que no ha podido borrarse del todo de mi memoria. Un fantasma que está al norte del continente y que me sigue perturbando porque siento que no se va, que ella no puede eliminarlo porque el muy #$%*! se aferra a permanecer en el limbo. Un recuerdo de cierta situación en la que no obtuve el respaldo que quería, un recuento de situaciones en las que me sentí hablando con la pared, esperando una reacción; unos comentarios en el maldito facebook que acabaron con mi paciencia y mi poca tolerancia (aún la creo justificada) y también, entonces, con mi relación. Y luego otra situación, esta vez a distancia, en la que yo ya no era partícipe; finalmente, un rompimiento y una nueva oportunidad para nosotros dos, ella y yo, esta vez para siempre o hasta el definitivo final: la interpretación es libre. Y hace un par de días, unos labios suyos que me dicen que si pudieran retroceder el tiempo me defenderían, como lo harán cuando se de la oportunidad. De inmediato unos labios míos se ríen y callan porque son incapaces de decir lo que sienten y piensan, pues ella es mi gran mujer, la que está conmigo en las buenas y en las malas, la que duerme en mi cama y me cuida, la que cuido y amo, y amo muchísimo, y eso debe ser todo. No voy a pensar en nada más… excepto en que a veces quisiera retroceder el tiempo y corregir mis malas decisiones, cambiar los malos actos, enfocarme en ser mejor. Pero no se puede. Queda tomar lo aprendido y mirar hacia adelante.

¡Maldita sea, como quiero volver a ser el que he sido siempre!     

viernes, 3 de septiembre de 2010

Cuando no se tiene de otra



Espero una llamada. Tan solo unas pocas palabras que reconforten el ánimo, pues son tiempos difíciles y no puedo seguir esperando y menos seguir creyendo. De esa llamada dependen muchas cosas, así que no solo la espero, la ansío.

La encargada de selección de personal dice que tengo todo lo necesario para el puesto al que postulo. Ella trabaja en una agencia de selección de personal a la que me presenté hace poco menos de un mes. Acudí enternado, hoja de vida bajo el brazo, quince minutos tarde y un gesto en el rostro que, al mismo tiempo que trataba de demostrar confianza, decía «lo siento, el tráfico». Vino la sesión grupal, la presentación y las ya conocidas pruebas de rigor (ya saben, la persona bajo la lluvia y esas cosas) . Pocos días después una llamada me llevaba al siguiente paso del proceso.

Volví a asistir. Ya éramos menos los convocados y los procesos de selección empezaron a complicarse, pues uno ya tenía que aplicar cierta lógica para resolver casos. La encargada de selección de personal, a la que designaré como ella, prestaba atención a nuestras intervenciones, acompañada esta vez por sus jefes. En una de esas noté que me miró. Le sonreí.

A los pocos días ella me volvió a llamar, pero esta vez percibí cierto margen de confianza ostensible en nuestras palabras, lo que me dio pie para indagar un poco más sobre mi situación competitiva en el ámbito de proyección laboral al que aplicaba. Me dijo que era el favorito. «Confía en ti, Diego, todo va a salir bien.» «Sí, eso haré ―le dije―, eso haré.»

El proceso terminó al fin con la agencia y pasé a entablar relaciones directas con la empresa de mi interés, sobresaliendo, según las notificaciones enviadas de la empresa a mi amiga ella, en todos los aspectos. Ante mi ansiedad, volvió a repetirme que tuviera confianza. Bien, le dije, eso haré.

Y el martes se dio la última entrevista con gerencia y todos los que participamos de esa reunión nos sentimos algo intimidados porque no nos resultó muy fácil resolver tres casos grupales en nueve minutos, tres situaciones que debían tener la aquiescencia de nosotros seis para ser puestas en funcionamiento. Esta vez, según mi propia observación, destaqué. Nos dijeron que nos llamarían en un par de días, nos dimos las manos, salimos, reímos, me fui contento, directo a casa.

Y mira cómo pasa el tiempo y los dos ya días han pasado y no tengo noticias. Me pregunto si, después de todo, habré sido seleccionado, lo que debe significar que ha ocurrido un pequeño retraso y me llamarán el lunes sin falta. Según ella, la incondicional ella, todo va a salir bien. Esta vez la llamo yo y me dice que sigo sobresaliente, y antes de colgar me pregunta si tengo problemas con Infocorp, el sistema financiero nacional. «¿Por qué?», le digo. «También te filtran por ahí ―dice―. ¿Tienes problemas con el sistema?» Y yo sonrío y le cuento un poco mi situación, y ella, ya no tan eufórica me dice que espere, que todo va a salir bien.

Cinco escalas emocionales, cinco momentos decisivos, cinco ratos más viejo. ¿Por qué carajo no filtran primero por el sistema y no le hacen perder a uno el tiempo? ¿Será por eso que no me llaman? ¿Alguien me puede decir si tengo alguna razón contundente para seguir esperando?

Bueno, tal vez sí, una: la esperanza. Dicen que es lo último que se pierde, y total, en circunstancias como esta ya no me queda mucho que perder. O sino pregúntenle a ella.

A ti y nadie más



Le escribo a la mujer de mis sueños, a la que me hace suspirar las noches que está conmigo, imaginando estrellas en un cielo gris. A aquella que no tiene reparos en ser tal cual es, inteligente, hermosa, talentosa. La que nunca dice una palabra de más, que sabe opinar, que percibe las sutilezas artísticas más depuradas y precisas. La que sabe que el silencio es la mejor melodía de la complicidad.

Le escribo a mi complemento, a la mujer de alegrías nunca exageradas ni fingidas, a la que no espera que la haga reír, sino a la que se ríe conmigo. A la que cogo de la mano sin sentir verguenza. A aquella ilusión que algún día llegará, cuando esté listo para recibirla.

(Y algún día estaré como la canción de Alejandro Lerner, hay algo que te quiero decir, y no sabré como decir mis sentimientos, me pondré rojo, la besaré y esperaré que me bese también. Luego sonreiré, y si sonríe, saltaré de gloria, lo puedo predecir.)

(O estaré como el conde Bronsky en Ana karénina de León Tolstoi, pensando: "si ella voltea a verme, será mía.")

(Bah, sinceramente, este es uno de los textos más cursis que he escrito jamás. Qué asco.)

El paranoico



Les ha pasado que por más que muchos digan que no, ustedes sienten que han sido víctimas de una estafa, o un robo? Hoy necesité sacar dinero de un cajero de Interbank y como no había ninguno, entré a una oficina de Western Union, donde había una sección de Interbank directo. Hice mi tramitación, pero no había red y pasé tres veces mi tarjeta de crédito y tres veces marqué mi contraseña. Luego el tipo que atendía preguntó si era cuenta de ahorro en soles, le respondí y finalmente dijo que no había sistema. Casi lo mando al carajo. Por supuesto, todo este ajetreo me pareció bastante raro.

Cuando salí, recordé que el tipo previamente a indicarme que pasara mi tarjeta de crédito, activó el sistema con una tarjeta muy parecida a la mía. Mis suspicacias al respecto aumentaron. Al poco rato me encontré con mis amigos y les conté lo ocurrido, y literalmente me dijeron que había sido un animal, y que probablemente la siguiente vez que quisiera retirar dinero no encontraría ni un sol. Me puse lívido. Pregunté si estaban seguros de lo que decían, insistieron que sí, y entonces decidí regresar al lugar y ver la manera de obtener más respuestas. Mis amigos, verdaderamente unos hijos de puta, me detuvieron diciéndome que me tranquilizara, que no pasaría nada. Lo hicieron con tanta convicción como burla que me calmé y fui con ellos a almorzar.

Debíamos hacer unas actividades en la tarde pero me sentía aún intranquilo. Fui al banco, retiré dinero, vi que todo estaba en orden con mi cuenta y tomé un respiro profundísimo. Luego me pregunté si acaso el tipo, de querer robarme introduciéndose en mis operaciones bancarias, ya sabía que, después de despertarme la sospecha, mi primera reacción sería ir al banco y ver si todo estaba en orden. De ser así, me crearía confianza y me lanzaría el golpe luego. "No será más astuto que yo", pensé y regresé al banco a sacar todo mi dinero. Cuando llegué a la ventanilla, le dije la cantidad que quería, que era exactamente la que tenía en la cuenta, y me dijeron que no tenía los suficientes fondos. Casi me vuelvo loco.

La cuenta está a nombre de mi mamá. Regresé a casa desesperado, le conté lo sucedido y fui al banco con ella. En ventanilla nos dijeron que todo estaba muy bien. Saqué el dinero. Aperturé una nueva cuenta. Mi mamá cambió la clave de la suya. Todo bien, yo sonriente, el cajero riéndose de mi sudor nervioso. Camino de regreso, mi mamá, así como felicitarme por la preocupación e imprecarme por el descuido, se burló de mí y me dijo que a veces me comportaba con un paranoico. Pero ustedes realmente creen que lo fui?

(Solo como dato: Interbank ya no tiene convenio con Western Union. Cualquier unión es una estafa. Ya ven, no estaba tan desquiciado)

Tránsito nocturno


Por qué me he vuelto un ermitaño, no podría decirlo con exactitud. Solo sé que ya no gusto salir de casa, excepto a las 11:30, cuando acostumbro dar una caminata por mi vecindario. Por supuesto, no puedo hacerlo si no es con dos cigarrillos de guarnición. Dos cigarrillos Lucky, los únicos.

Esta vez no me abastecí de cigarrillos y salí a buscarlos. Ninguna tienda estaba abierta. Mientras buscaba una, pensaba en mi día: lectura de Ionesco, música de Morricone, escribir artículos, más artículos, formación de la idea para un nuevo cuento. Día excelente, pero gris, como todos, y sin lluvia, sin lluvia. Toda la tarde trabajando en cosas que la mayoría de gente no podría llamar trabajo. Pero eso no importa. No habían tiendas abiertas y me empezaba a desesperar. Camino de 11:30 a 12:00 religiosamente, no me paso de la hora nunca. Doy vueltas, relajo la mente, salgo cuando nadie me ve ni yo puedo ver a nadie. Un ermitaño, sí, un ermitaño.

Por necesidad, salí del vecindario y fui al fronterizo. Una tienda abierta. Me apuré en acercarme. Pregunto, tiene cigarros, sí, pero no Lucky. Bad Lucky guy, pienso. Camino un poco más y otra tienda abierta, una licorería, pero tampoco hay cigarros. Todo se tornaba absurdo y los minutos corrían. Era posible ponerse así por un cigarro? Por qué no probar y caminar sin cigarros esta vez? Costumbre? Tal vez, pero como sea, no podía dejar de buscar. Me había obsesionado en algo que no podía abandonar.

Tercera tienda, sí, tiene Lucky. La tendera atiende a un joven que la llama Meche y le pide leche. Me parece estúpido reírme de esta rima, pero me río. Faltan 10 minutos para regresar a casa. Ya no hay tiempo para caminar y relajarme, solo para regresar. Pienso que en realidad Ionesco tiene razón al abordar el tema del absurdo. Se acaba el cigarrillo y me convenzo cada vez más que me gusta la soledad. No hay lluvia, maldita sea. Silencio, calle solitaria. Se acaba el cigarrillo, lo piso, no lo levanto. Recordé que alguna vez le enseñé a una niña a apagar el cigarrillo y recogerlo para depositarlo en un tacho. Nada es constante ni cierto, ni siquiera este relato. Ionesco. Ionesco...

Como usted diga, señor Presidente


"A qué se debe que haya crecido la desaprobación a su gestión, señor Presidente?", preguntó Chema Salcedo, locutor de RRP. "A que el pueblo es muchas veces injusto y no sabe reconocer las acciones que el Gobierno hace por ellos. Además, ya es bien sabido que es deporte del pueblo quejarse y hablar mal sus mandatarios", contestó Alan García, presidente del Perú, cuya voz, como siempre, sonaba altiva y retadora. Mientras tanto, Lourdes Flores Nano, de gira por Huancavelica, expone sus propuestas, perfilándose por tercera vez como candidata presidencial. Por supuesto, en un acto de total cortesía y deferencia hacia el altivo caballo loco (y yo agregaría estúpido) que tenemos relinchando en Palacio de Gobierno, Lourdes le devolvió el sobrenombre que alguna vez él le dio: gobernante de los ricos.

Él no lo dice, pero los tiempos han cambiado. El APRA no es más del pueblo y hace alianzas con quien le conviene. Por ejemplo: cómo se explica que SÍ CUMPLE, el partido político del infeliz Alberto Fujimori, haya votado a favor de la candidatura aprista a la mesa presidencial del congreso? Cómo se explica que Alberto Fujimori celebre su cumpleaños con cantantes y fiesta estando en un penal y asumiendo juicios por asesinato y robo? Es que Alan García ya no se acuerda cuando tuvo que huir del país saltando techos de vecinos para que no lo maten? Fue todo una mentira? Alan García regresó al Perú después de habernos dejado en la quiebra y encima plagados de terrorismo. Regresó diciendo que era un ejemplo de democracia, cuando en realidad fue un ejemplo de cobardía y inverecundia. Criticó a Fujimori, estuvo a punto de vencer a Toledo en las elecciones del 2001 y finalmente salió elegido presidente en el 2006 porque la gente no tenía por quien más votar (que no se le olvide eso García, usted no fue la mejor opción; usted fue el mal menor, simplemente eso) En dos años de gobierno, viene dando cierta estabilidad económica al país, y sobretodo, viene culminando las obras del gobierno anterior, que, por supuesto, siempre vanidoso y estúpido, las atribuye como suyas. El APRA ha ganado dos veces las elecciones en el congreso apoyados por sus colegas antagónicos pero innatos, los fujimoristas; el APRA hace lo que le da la gana y dice que lo hace por el pueblo, qué carajo.

Baja el índice de pobreza, los ricos son más ricos, suben los salarios, sube el costo de vida en el país. No estaremos dentro de una maquinita, como en el 85, verdad? Curioso resulta que entra Alan García al poder y los indicadores internacionales especulan sobre inflación. Tiene mala suerte este caballo loco? Si la tiene, espero sinceramente que no la transmita al país.

Por demás está decir que Alán García me cae mal. Su caminada estúpidamente imponente, como si se tratara de un dios, o un emperador; su mirada despótica y su boca babeante y sus manitos temblorosas cuando un rico se le acerca; su admiración exacerbada por personajes que no tienen nada que ver con nosotros, y su crítica al pueblo diciendo que es nuestro deporte criticar, cuando es deporte del ministerio de transportes aplicar medidas absurdas, como tolerancia cero, que no solucionan en absoluto los múltiples y diarios accidentes viales en todo el país. Realmente cree que el Perú solo es La Molina, Miraflores, San Isidro, Surco, San Borja, donde nada ocurre y la mayoría de gente es bonita y no tiene problemas? Realmente cree que más allá, que los bárbaros que supuestamente viven más allá, no merecen su consideración de mandatario? Qué va a hacer para evitar las muertes de tantos viajeros de transporte terrestre? Qué va a hacer por los danmificados del sur, que ya van esperando un año y no reciben los miles de millones en donaciones? Usted también es un corrupto más como lo que están repartidos en su gobierno, señor García? Cómo va a hacer para que esa gente, que tiene su dinero guardado en manos de usted, vuelva a tener dignidad? Va a mejorar la educación para que aprendamos a quejarnos y hacer valer nuestros derechos? Va a apostar por la cultura y cumplir su palabra del ministerio de cultura sin tantas burocracias corruptas? Va a aprender a ser un gobernante patriota, o un simple presidente más incluido en las tristes páginas de la historia del Perú? Mientras se pregunta eso, si es que se lo preguntará alguna vez, nosotros seguiremos ejercitándonos en el deporte de criticar y desaprobarlo, aunque usted se ría de eso.

Pero como usted tiene el poder que le otorgamos democráticamente, las cosas se harán como usted diga, señor Presidente.

Inauguración del festival de cine de Lima


Pase rojo o pase amarillo?

Cuando se trata de festivales y de cualquier festividad donde acuden famosos y oportunistas hermosos, siempre hay demasiada gente. Para el 12vo Festival de Cine de Lima, no fue la excepción.

Estaba a puertas del cine Metro y debía esperar a mi amigo, quién traía nuestras invitaciones. Mientras tanto, Sergio Galliani, Melania Urbina, Lucho Llosa y otros tantos que nunca me acuerdo o no conozco su trabajo, empezaban a llegar. Había demasiada gente y la prensa los trataba como lo que no eran: dioses.

A la media hora de espera, llegó mi amigo. Cuando nos disponíamos a entrar, seguridad nos preguntó si tenemos pase amarillo o rojo. "Ninguno", dijo mi amigo. "Estamos en la lista de invitados". El guardia preguntó nombres, revisó la lista, lo dejó pasar a él y su esposa. Me preguntó mi nombre y no estoy en la lista. "Búsquelo como Montenegro, ella debía veir con nosotros", dijo mi amigo. "Vamos a estar adivinando?" argumentó con sarcasmo el guardia, y cerró la lista de invitados. Me miró y abrió el cinturón de seguridad. "Por favor, salga de la fila", me dijo, y me deja fuera. Mi amigo se desespera.

LLega el Intocable

Me quedé afuera. La invitación no estaba a mi nombre, sino al de mi acompañante, que no había ido. Estaba lloviendo. Estaba hecho un perdedor, pero menos mal tenía un amigo que luchaba por mí.

Los artistas, directores y guionistas seguían llegando justamente a pocos pasos de donde estaba yo, pegado a la entrada. En eso, mientras mi amigo se desesperaba por conseguirme el pase y solucionar el asunto, la gente que asistía como espectadora seguía entrando. Me daba pena que yo no pudiera entrar, pero más pena que mi amigo no pudiera conseguir asiento adentro. Pero él no desistía en su intento por solucionar mi asunto. Yo estaría dentro como sea.

En esas angustias se detuvo un Audi, se abrió la puerta, salió una mujer que inmediatamente despertó mi curiosidad, y luego salió mi curiosidad vestida de Armani, más cerca de mí que nunca, y a la vez tan lejos como siempre: Mario Vargas Llosa (MVLL), sin mirar a nadie pero sonriendo a todos, rodeado por todos, periodistas encima, flashes, preguntas, guardaespaldas haciendo camino entre la muchedumbre. Había llegado el escritor, el presidente del jurado del festival de cine, el dios inca.

Una imagen vale más que mil palabras

Cansado de esperar, apenado con mi amigo y aprovechando que después de la llegada de MVLL todos estaba más calmo, me acerqué al guardia y le insistí que buscara Montenegro. Lo encontró, llamé a mi amigo, me dejaron pasar y entré a la sala repleta, no sin antes maldecir a aquel guardia intransigente. "Ya veremos quién tiene potestad sobre quién de aquí a unos años", pensé. Eso ya se verá. Mientras tanto, valía la pena deleitarse con la variedad de anfitrionas, todas ellas al escoger, pero eso sí, lamentablemente solo para mirar.

La ceremonia estuvo entretenida y muy bien organizada. Los cortometrajes que aperturaron el festival eran bastante explícitos respecto al slogan del festival, lo más sabroso de latinoamérica, que así se dejó entender muy bien. Se dieron los discursos de rigor, apareció la banda musical La Sarita, cuyos danzantes de tijeras bailan siempre una mezcla de rock andino. Aplausos, aplausos, yo de pie porque todo estaba repleto, las piernas me dolían horrores, aplausos, aplausos. Luego el homenaje a Vargas Llosa, sus fotos de juventud, su manía de escribir plasmada en cada imagen. Bien por ti, Mario, no más no seas tan sobrado, me digo. Aparecen imágenes de escritores, directores y actores notables de lationamérica, luego más Vargas Llosa, luego la belleza colombiana Angie Cepeda alabando a Vargas Llosa e incitándolo a decir unas palabras. Momento de emoción: la gente se levanta y, de pie, lo aplaude como cinco minutos. Otro momento de emóción: habla el canoso y dice que nunca sintió tanta felicidad, pues sentía que no hay mayor recompensa que ser reconocido en la patria. Termina de hablar y la gente lo aplaude de nuevo. Lástima que te hayan tenido que aplaudir antes afuera para que te puedan aplaudir así aquí y ahora, digo. Y que bueno que alrededor de mí me escucharon.

La zona

Pasan los participantes y la gente se emociona cuando aparecen los concursantes de Perú, sobre todo con Josué Méndez y su película Dioses.

Se apertura el festival con la película La zona (país: México. Director: Rodrigo Plá. Año: 2007), un filme crudo y trillado sobre las diferencias sociales en México. Cuenta la historia de una sociedad de sueños detrás de un muro, donde todos son felices, ricos, y donde se imponen las leyes según la disposición económica y social. Al otro lado del muro, está México de hambre y robos, de sexo equívoco y sufrimiento. La trama se inicia una noche cuando ambos mundos se comunican por un descuido del azar, originando una serie de sucesos que desencadenan cuestionamientos sobre la misma condición de la existencia humana. Ahora, si la forma de desencadenar estos cuestionamientos hubiera sido un poquito menos evidente, considero que el filme resultaría mejor.

Se acabó la película, la gente aplaudió, no se podía caminar por los pasillos. Salimos, llovía. Pistas mojadas, taxis imposibles de coger, precios por las nubes. Algunos actores caminan hacia Colmena, otros suben a sus carrazos, otros se van al Queirolo. Es jueves, viernes chico, quiero ir al Queirolo también, pero las monedas que suenan en mis bolsillos que dicen que el único lugar al que puedo ir es a casa.

Ojo con el talento


Fue curioso encontrarme en un mismo día con dos reconocidas personalidades del ámbito ártístico nacional, y fue curioso más aún por el mensaje de que alguna forma sentí que me transmitían. El primero fue Carlos Gassols. Me transportaba en un ómnibus de transporte público y de pronto vi que un asiento codiciado se desocupaba. Inmediatamente pensé ocuparlo, pero cuando me disponía a la acción sube un anciano y yo al verlo me quedo seco. Carlos Gassols, el primerísimo actor nacional, dramaturgo, mentor de jóvenes y hombre por demás apacible subía al ómnibus y me quitaba el asiento. Por supuesto, no se lo disputé, y cuando quise hablarle me di cuenta que estaba como a dos cuerpos de él. Para hacerlo, debía extender mi brazo y tratar de cogerlo. Qué le diría? Lo felicitaría, tal vez hasta le pediría un autógrafo. Pero no lo hice. Por qué no lo hice? Porque podía incomodarlo. Nadie parecía observarlo, y eso de alguna forma notaba que lo complacía. O tal vez no. Tal vez finguía que le complacía para no sentirse olvidado, pero eso yo no lo sabía, y de veras, viendo el rostro de ese hombre, y sabiendo su trayectoria, lo último que uno quiere es incomodarlo.

Sin embargo, lo que realmente me sorprendió era verlo en un ómnibus de transporte público. En realidad no debería sorprenderme, ya que en este país los artistas son los más recordados por el olvido. Por ejemplo, recuerdo claramente haber visto a Jorge Valenzuela, Pablo Guevara, Rocío Silva Santiesteban o al mismísimo primer actor Reinaldo Arenas subirse a una combi para irse a no sé donde. Es posible, señores, que la patria valore así a sus creadores, ofreciéndoles semejante perspectiva de vida? Es posible que vivir del arte en el Perú sea un verdadero aplauso a la supervivencia?

Esa misma tarde tenía la misión periodística de hacerle una entrevista a Damaris, la joven peruana ganadora de dos gaviotas de plata en Viña del Mar. Me cayó muy simpática y respondió a todas mis preguntas sin poner peros. Me contó que el viernes volaba a Washington porque debía participar de un evento en la Casa Blanca organizado por el consulado, y ya sabes, formalidades y media que me dan contactos. Qué bueno, le decía, espero que te vaya muy bien. Luego cantó "vida", una canción por demás romántica que por un momento me sacó de aquel estudio de grabación. Canta bien, pensé, y tiene estilo. Ojalá que llegue lejos. Y ojalá que tampoco se quede en el Perú.

Señores, respecto a estas apreciacioes quiero generar dos reflexiones: primero, que si tienes talento y quieres hacer arte, ya sea en cualquiera de sus modalidades, te tienes que ir del país, como lo hizo Vargas Llosa, Juan Diego Flores o Ricarlo Blume. Si no lo haces, puedes estar condenado a tomar combis y a que nadie te recuerde aún hayas ganado un premio nacional de cultura y estés a punto de morir. Segundo, que probablemente los tiempos sean seculares y los artistas (y aventureros) de antes, los que se quedaron en el Perú y se volvieron de culto, están siendo desplazados por nuevos rostros quizá más atractivos e igual de talentosos, aunque claro, inexpertos aún. Qué pensar, qué creer, hay muchas posiciones de debate. Sin embargo, de lo único que sí estoy convencido es que nadie es profeta en su tierra, y que si quiero que mis compatriotas me recuerden por algo bueno que hice, tengo que hacerlo fuera del Perú.

Personaje detrás de personaje


La feria internacional del Libro de Lima 2008 invita a la ciudadanía a formar parte de una fiesta de cultura interactiva entre escritor y lector. En ella se podrán encontrar nuevos elementos de conocimiento como también ideas para exploraciones temáticas a la hora de estructurar la creación ficcional. Y por supuesto, se podrán descubrir y encontrar nuevos valores literarios, algunos de los cuales son de relativa sonoridad en el extranjero, por lo que muchas veces el eco de sus nombres no llega hasta nuestros oídos peruanos.

Haciendo exclusiva mención a este último punto, quiero citar a un escritor que me pareció bastante peculiar: Carlos Castán, español. Lo conocí ayer, durante el coloquio literario dado con motivo a su trabajo. No crucé muchas palabras con él, pero sus ideas me parecieron bastante interesantes. Respecto a otros aspectos notables de él, tenía una facha de loco que pocas veces se encuentra entre escritores que pasan los 45 años, y hablaba de forma medida y cuidando las palabras. Por lo que pude notar, su menor interés era impresionar. No había ido a vender sus obras, ni siquiera a promocionarse profesionalmente, sino simplemente había ido a hablar de sus concepciones de literatura, de su obsesión más que su disciplina literaria.

Al principio parecía que no tenía mucho que decir. El entrevistador, el escritor peruano Javier Arévalo, a veces no sabía bien qué quería preguntar. Pero no importaba; de alguna u otra manera terminaba arráncándole palabras interesantes a este español. Por ejemplo, le arrancó comentarios certeros sobre los personajes que giran alrededor de su obra. Nos hizo saber que muchos de ellos eran los perdedores, los rechazados, los que nadie tomaría como ejemplo a seguir en sus vidas. A Castán le interesaba la parte deprimente de la sociedad. Pensar en ello me pareció interesante y me hizo reflexionar: sería factible que un escritor pudiera vivir de su trabajo escribiendo sobre personajes deprimentes?

La respuesta también la dio él rato después: así como era escritor, tenía otras actividades que le permitían ser escritor a la medida que él se impusiera. Entonces me surgió otro cuestionamiento: sería factible que un escritor a tiempo completo pudiera ganarse la vida escribiendo sobre personajes deprimentes? Esta, dado que no era su contexto, no la respondió. Si me preguntan, considero que sí. Lo hace Paul Auster, aunque claro, sus personajes siempre aspiran a ser héroes a su manera. Lo hizo también Hesse y Joyce. Lo hicieron quienes más que vender preferían transmitir sus ideas radicales al mundo. Y sobretodo, lo hicieron hombres que tenían una disciplina férrea a la hora de escribir, que esperaban a las ideas sentados frente a cerros de hojas de papel, listos para atraparlas y plasmarlas sin demora. Castán, con su facha de loco a los 48 años y sus 4 libros publicados, nos confesó que en cierta manera él no pertenecía a esta casta de sujetos.

Como sea, Castán me pareció interesante. Sus cuentos manejan un buen lenguaje, un clima tenso que muchas veces terminan en una deformación psíquica. Su aspecto me pareció más interesante aún, porque me daba a suponer mucho de él. Se mostró muy acequible y dado a la crítica y la reflexión. La verdad no sé si se mostró así porque muy sutilmente quería ganar espacios en un país donde muy poca gente lo conoce. Cualesquiera hayan sido sus razones, lo considero acertado al momento de interactuar con sus posibles lectores.

Y eso fue lo más relevante ayer en mi paseo por la feria del libro. Castán me hizo reflexionar sobre algunos cuestionamientos, y me dio, sin que él lo supiera, una alentadora visión de mi propio trabajo. Espero obtener las visiones de más escritores los días que vengan. Espero que esta feria del libro me sirva de algo más que ir y curiosear.

(Dato: son cuatro los libros de Castán, Frío de vivir, Museo de la soledad, El aire que me espía, Sólo de lo perdido. Todos se pueden obtener en la cadena de librerías El Virrey)

Escenario de cuestionamientos


Toda sensación racional, en mi caso, parte de dos postulados: identidad y fundamento. La primera, la fuerza que alimenta mis impulsos, se debate a su vez entre la voluntad de ser y la necesidad de pertenecer. Ser significa encontrar el lugar de mi pleno desarrollo personal, donde me sienta conforme (mi palabra inexistente) conmigo mismo. En eso no hay ningún problema, puesto que todo logro depende completamente de mí. El asunto es el pertenecer. Pertenezco a mi familia, a mí mismo, a mi entorno primario, a mi país. Nunca tuve opción de elegir cuándo, qué, dónde, cómo ser yo, de manera que luego pertenecer me resultara cómodo. Pertenezco, y por ese simple hecho de pertenecer sin mi anuencia, me siento inconforme.

El jueves último asistí a una función de teatro inolvidable. Era en la casa Yuyachkani, a cargo del grupo Yuyachkani, y la pieza era "El último ensayo", título que por demás va muy acorde a la temática. Esta obra, dirigida por Miguel Rubio Zapata, es, como todas las obras de Yuyachkani, una muestra facial del Perú, cuyo fomento de identidad busca destruir en nosotros, peruanos inconformes, nuestras falencias de "pertenecer". La historia trata de 7 artistas que rinden culto informe al mito, al anacronismo y la supremacía de la música mundial, al espejismo de talento materializado en una mujer divina: Yma Sumac. Como en mi caso, peruana de nacimiento, Yma fue eligiendo paulatinamente su identidad de ser, terminando así en una falacia introspectiva de indentidad de pertenecer. Yma Sumaq encuentra, a los largo de los años espaciales del teatro, a personajes valiosísimos para la historia peruana, como José Carlos Mariátegui, César Vallejo, y finalmente, ella misma, la Yma Sumaq de entonces, una usurpadora de la Yma Sumaq actual. Una expresión de libertad y de búsqueda que culmina en la redención de la identidad perdida, que nunca se reconcilia con su origen (Yma Sumaq habla en inglés; los símbolos de peruanidad y ancianidad se fusionan en la representación de la muerte), pero que recuerda, y por tanto sugiere un camino a pertenecer, aunque pertenecer sea tan relativo cuando ya no se recuerda (o se niega) la propia lengua materna.

Una excelente obra, sin duda alguna; sin embargo, su mensaje de peruanidad me resultó de dudosa credibilidad: por qué volvió Yma Sumaq al Perú si ella ya no pertenecía aquí? Por qué aquí recibió premios que solo se entregan a peruanos? Por qué si ya no pertenece a nosotros llama compatriotas a Mariátegui y Vallejo? Por qué diablos uno no puede ser profeta en su tierra? Por qué si yo, que pocas veces me siento peruano, soy capaz de romperle la cara a cualquier extranjero que hable mal de mi país? Cuál es la verdadera razón para que nosotros, los peruanos, querramos a nuestro país? Por qué diablos no puedo dejar de sentir a mi país dentro de mí, aunque sienta que cada vez pertenezco menos a él?

No hay que razonar tanto para comprender que mi identidad nacional no está definida. Respecto a lo otro, el fundamento, pues, aún no existe. Recién lo pienso construir. Recién empezaré a pensar cómo resumir introspecciones y sentir besos metafísicos.